jueves, 12 de abril de 2012

SAN SABAS


SAN SABAS

Cuando a través de un erial extenso, hartos ya de contemplar páramos y llanuras que se pierden en lontananza, divisamos algún arbusto, alguna flor que rompe con sus colores la monótona aspereza del terreno, a nuestros ojos, ventanales del espíritu, asómase el alma alegre y regocijada...
Cuando después de haber transcurrido largas horas respirando una atmósfera impura, abandonamos aquel local y atravesando la población salimos al campo, ¡ con qué fruición recibe nuestro pecho aquel aire puro, oxigenado, balsámico, que llega portando en sus ráfagas átomos de salud!...
El mártir San Sabas fue como una flor delicada puesta en medio de un pedregal. Fue como una sana brisa que cruza rápida por un recinto viciado, sin contagiarse de sus hedores...
Sin duda Dios le puso en el seno de un pueblo bárbaro y grosero para demostrar, una vez más, que en todas partes puede arraigar y florecer la virtud.
Porque Sabas pertenecía a aquella nación numerosa que, bajando de Escandinavia, había atravesado Alemania fijándose en las orillas del Danubio y del Mar Negro. San Sabas era godo, había nacido en aquella parte de la Godia mas cercana a Escitia, y aunque la barbarie y la idolatría reinaban a su alrededor, él, en medio de la corrupción del ambiente, supo conservarse humilde, honesto, piadoso, confundiendo a los idólatras con sus arregladas costumbres, y convenciendo a muchos, con la elocuencia muda, pero eficaz, de sus ejemplos. 
La iglesia goda, en la edificante Epístola que escribió acerca de su martirio, hace el retrato de San Sabas, diciendo que tan rico de fortuna por su opulento patrimonio, como pobre de espíritu por el desprecio con que los trataba, no había para él otro tesoro que la Santa Cruz; que era su vida un ejercicio continuo de mortificación y penitencia; que oraba sin cesar; que ayunaba todos los días, y que su viva fe y ardiente caridad inspirábanle un género de valor superior a todos los peligros.
Éste género de valor de que habla la mencionada Epístola, es el de decir siempre la verdad, cueste lo que costare, sin buscar, para esquivar el peligro, componendas ni subterfugios de ninguna clase.
Su alma se mostraba a todo el mundo y en todas ocasiones límpida y tersa como un cristal. De par en par abría las puertas de su pensamiento, iluminado siempre por el foco de la Divinidad. Se manifestaba, se mostraba a amigos y enemigos tal cual era en sí.
Uno de los reyes godos, Atanarico, viendo que el número de cristianos aumentaba extraordinariamente, emprendió en el año 370, una violenta persecución contra todos los súbditos suyos que profesaban la religión de Jesucristo. Entre los muchos mártires que sucumbieron en esta horrible persecución figura San Sabas, que aunque educado en el gentilismo y en las costumbres bárbaras de sus padres,luego que la fé iluminó su inteligencia, supo colocarse a la altura de los grandes santos y cultivar, en grado eminente, las virtudes cristianas mas heroicas. Habiendo tomado por modelo de su vida a Aquel que es la misma virtud y santidad, estudió toda su vida la manera mejor de imitarle. Fiel a la Iglesia, conservó puro su corazón, huyó de los vicios de la juventud y de las costumbres de su pueblo, en las que continuamente sucumbía la pureza, virtud a cuya conservación dedicó Sabas todos sus esfuerzos. Devoto ferviente de la Santísima Virgen María, a ella consagraba sus mas delicados afectos, y constante admirador de Jesucristo paciente, no encontró medio más a propósito para agradarle que una humildad sincera, una mortificación continua y una caridad ardiente.

(Continuará... pág 252...)

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