domingo, 27 de mayo de 2012

SANTA MARÍA MAGDALENA DE PAZZI (1)



Entre la pléyade brillante de esas vírgenes cristianas que consagran en el claustro su existencia a Dios, hay figuras de superior relieve a cuyo lado los méritos y virtudes de las otras, con ser de suyo tan grandes, quedan, sin embargo, sumidos en la obscuridad.
Teresa de jesús, Clara de Asís, Clara de Montefalco, Rosa de Lima…, por sus extraordinarios trabajos acá en la tierra y los favores singulares que recibieron del cielo, ocupan un lugar preeminente en la vida conventual. El perfume de estos blancos lirios de pureza es más intenso que el que exhalan las demás flores del claustro.
María Magdalena de Pazzi pertenece a ese número de vírgenes escogidas, cuyo oloroso efluvio de virtudes se esparce por la tierra como inextinguible onda de un rosal nunca marchito…
Por sus penitencias, por su amor profundísimo a la castidad, y por sus éxtasis y arrebatos frecuentes, esta santa irradia con luz propia entre las más ilustres religiosas que abrillantaron con sus virtudes el hermoso cielo de la insigne Orden Carmelitana.

Florencia, la bella ciudad, flor de las ciudades de Italia, como la llama Ortelio, fue la patria de María Magdalena de Pazzi.
Eran sus padres Camilo Geri de Pazzi, y María Lorenza Buon de Monti, tan ilustres por su sangre como por su cristiana conducta.
Al abrigo de aquel hogar eminentemente católico comenzó a desarrollarse el azucenado varal de las virtudes que había plantado Dios en el corazón de María Magdalena de Pazzi.
Toda la felicidad de la niña consistía en rezar las oraciones que le había enseñado su piadosa madre. Todos sus deseos cifrábamos en que llegase el día de su primera comunión. Cada vez que su madre comulgaba, acercábase a ella y comenzaba a aspirarla como se aspira una flor. “¿Qué haces, hija mía?” –preguntaba Lorenza.- “Madre, os estoy oliendo…” –replicaba la niña.- “¿Y a qué huelo?” “¡A Jesucristo…!”

 (CONTINUARÁ… pag 483)


(1)   La mayor parte de los santorales españoles escriben Pazzis, tomado sin duda de los Bolandos; pero los hagiógrafos modernos, entre ellos los italianos (y se trata de una Santa italiana), escriben Pazzi, apellido del padre de la Santa.

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